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domingo, 13 de marzo de 2011

Quejas.... quejas... quejas...


Mientras unos recorren 5 km para recoger agua contaminada y así poder beber, yo me quejo de tener que tirar la basura enfrente de mi casa.
Me quejo de tener que comer pescado o verdura el viernes de Cuaresma, cuando hay gente que ni siquiera tiene un jugoso rape en su plato.
Llamo a mi madre pesada porque me insiste en que tenga ordenado mi cuarto, mientras hay niños huérfanos que no reciben ni un beso de buenas noches.
Mientras un niño de 7 años está atento a las órdenes de un extranjero para hacer bien su trabajo en una cantera, yo me pongo a jugar al ordenador porque la clase de 3 horas de Economía me resulta pesada.
Me desespero al recordar que he perdido los ejercicios resueltos y tengo que volver a hacerlos, mientras millones de japoneses tienen que rehacer sus vidas a causa de un tsunami.
Sufro al pensar que no puedo jugar al fútbol durante 3 semanas por un esguince, cuando hay personas que no pueden hacerlo el resto de su vida al perder una pierna al frente de una guerra al que ni siquiera querían ir.
No le sonrío a mi novia a pesar de que me insista porque estoy molesto por una tontería, mientras hay madres que sonríen a sus hijos para evitar que la vean triste a causa de que su esposo les ha abandonado.
Casi siempre que nos ocurre algo en la vida, lo vemos desde una perspectiva negativa. ¿Por qué? Porque nos fijamos en las personas que, aparentemente, lo tienen todo. Me comparo con aquella persona que tiene un cuerpazo mejor que el mío, en aquel famoso que tiene 10 cochazos y tres mansiones, en el amigo que tiene a cinco “tías” detrás, en el vecino que tiene a una sirvienta que se lo hace todo… pero cuando nos fijamos en aquel niño pobre de África, ¿por qué no me quejo de que él no tiene la comida que yo tengo cada día?; y si nos fijamos en el japonés que lo ha perdido todo por el tsunami, ¿por qué no sufro al ver que él ha perdido a toda su familia? Y sin ir tan lejos, me bajo a la calle y veo a un vagabundo refugiándose de la lluvia en el porche… ¿por qué en ese momento no me molesta que él no tenga una casa como la mía?
Casi nunca le agradecemos a Dios por las muchas cosas buenas que nos pasan; en cambio, nos quejamos mucho de las pocas cosas malas que nos suceden.  Y todo porque nos comparamos con las personas equivocadas. Los que aparentemente lo tienen todo, no tienen nada. En cambio, las personas sencillas y humildes, que parecen no tener nada, lo tienen todo: fe, esperanza, amor, paz, fortaleza, etc. En ellos nos tenemos que fijar. De este modo nos quejaremos menos y creceremos como personas y no como animales.
Aquí tenéis un vídeo de una canción que expresa la realidad de lo que ocurre hoy en día. Creo que nos ayudará a fijarnos más en la gente sencilla que sufre en silencio y a quejarnos menos de nuestras pequeñas cosas.

¿Y ahora, te seguirás quejando de las pocas cosas negativas que te ocurren? Por desgracia, yo sí, porque soy así de desagradecido. Pero eso no quita que luche para quejarme menos y así crecer como persona…
PD: ¡Un paso para cambiar al hombre del espejo!

5 comentarios:

  1. No es delito que nos creamos el centro de nuestro universo durante un tiempo. Es verdad, no sabemos valorar lo que tenemos, que es infinitamente más de lo que necesitamos. Pero si no fuésemos capaces de desear por un momento lo que tienen los demás, a lo mejor seguiríamos viviendo en cavernas.

    Es admirable llegar al punto en que te das cuenta de que es obligatorio valorar lo que tienes, que es mucho. Y en la medida de tus capacidades, echar una mano a quienes puedan necesitarlo.

    ¡Un paso para cambiar a la mujer del espejo!

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  2. Es normal que tu mundo cotidiano te engulla, a todos nos pasa. Pero, como muy bien has dicho, debemos de abrir nuestra visión y enfocar al lugar correcto. Todo ser humano aspira a más, pero creo que esa ambición implica, a veces, un menosprecio a lo que ya tienes, porque insinuamos que lo que tenemos no nos llena y nos sentimos incompletos. Sin embargo, valorar lo que tenemos nos da un plus de felicidad.

    Como dice Ikea: No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita.

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  3. Qué profundidad, es preciosos, doy gracias porque hayan en el mundo personas como tú, que escriban estas cosas.

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  4. Aunque vosotros no me conoceis ,tu madre si que me conoce ,solo quería animaros con este blog que hace poco habeís iniciado,es bonito ver que hay gente joven que tiene ideales y que va contra corriente a pesar de lo que digan los demás ,Felicidades¡¡¡¡.En mi colegio un grupo de madres andarán 36 KM como solidaridad con las mujeres africanas que andan tantos km para coger agua ,la iniciativa es de una ONG y están recogiendo dinero,es bonito verdad.un saludo cariñoso Pacita

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  5. Por desgracia vivimos engullidos en un mundo en el que se sobrevalora lo material en detrimento de los sentimientos.
    Somos seres egoístas, y, tristemente hay algunos a los que no les importa pisotear al prójimo, torturarlo e incluso privarlo de su vida a cambio de beneficio personal, económico o espiritual.
    Tenemos que ser ambiciosos, para prosperar tal y como dice la Princesa del guisante, pero que esa ambición también lo sea para ayudar a los demás. A cambio también debemos de ser agradecidos, y debemos saber valorar nuestros logros (sin perjudicar a nadie para conseguirlos).
    La vida es complicada, y muchas veces la complicamos demasiado.
    Ojalá todos pensaran como tú. Sería un buen comienzo.
    Biquiños

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